Aline Robles @alinerockbles
Miércoles 14 de noviembre del año del fin del mundo, Lunario
del Auditorio Nacional, Paseo de la Reforma, 9.10pm. Estamos en el pre-concierto (que yo defino
como la modalidad musical del pre-copeo), de frente está el escenario vacío, y los
cientos de fans (desde los que tienen menos de 20 años hasta los que tienen más
de 40) corean expectantes “Cuarteto… Cuarteto… Cuarteto…”. Avanzan los minutos
y siento como la energía sube, como esa emoción previa a que el escenario se
llene de música se hace presente; volteo a mi alrededor y es como una fiesta,
gargantas listas para cantar (porque hay de pre-conciertos a pre-conciertos!). Se encienden las luces y con “Algo mejor que
hacer”, la tan querida y esperada banda uruguaya El Cuarteto de Nos, hace su aparición en el escenario para
presentar su último álbum: Porfiado.
Y por que son tan especiales? En lo personal me reconozco
como relativamente “nueva fan” de esta banda que vio sus inicios a principios
de la década de los 80’s (yo empecé a escuchar a El Cuarteto en la época del
disco Raro, por ahí del 2006), y que
a lo largo de estas décadas ha tenido la capacidad de evolucionar, de expresar
íntegramente cada uno de los momentos que como banda y personas han atravesado,
y sobre todo, de mantener la misma capacidad interpretativa y expresiva. Por
eso son especiales! porque es una banda que te llega por supuesto, por la
música pero de manera crucial, por sus letras. Letras que van de la
irreverencia al sentido común, que tocan las verdades que nadie dice, letras de
aguda crítica social y de la burla personal más expuesta y honesta; porque solo
una banda honesta es capaz de conectar con su público de esta manera.
La presentación incluyó un setlist fenomenal, con canciones de su nueva
producción como “Lo malo de ser bueno”, “Cuando sea grande”, “Solo estoy
sobreviviendo”, “Todos pasan por mi rancho”, “Buen día Benito” y grandes (grandes!)
éxitos como “Ya no se que hacer conmigo”, “Lista negra”, “Nada es gratis en la
vida”, “Pobre papá” (interpretada como siempre increíble por Santiago Tavella)
y por supuesto el cierre esperado con “Yendo a casa de Damián”, “Me amo”(digna
de diván de psicólogo) e “Invierno del 92”.
En más de veinte canciones Roberto Musso, con esa
característica voz que rima y rima hasta taladrarnos la conciencia, Santiago
Tavella al bajo, Alvaro Pintos en la batería, Gustavo Antuña en la guitarra y
Santiago Marrero en los teclados, nos hicieron amar de nuevo su corrosivo
estilo musical, su poder en el escenario, sus múltiples provocaciones, sus
humanas contradicciones y la manera de entregarse a un público mexicano y
uruguayo que se hizo presente para cantar, declarar, gritar y desahogar porque…
¿Quién no ha ido al psicólogo, al
teólogo, al astrólogo, al enólogo…? ¿Quién no ha dudado de algo fácil porque
nada es gratis en la vida? ¿Quién no conoce a un padre deprimido que no quiere
trabajar? ¿Quién no ha caído en el narcisismo extremo y se ha amado como la
Tierra al Sol?… Y ¿Quién no se perdió yendo a la casa de Damián?
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