@alinerockbles
Lunes a las 8.30pm, me
veo con un vaso doble de cerveza obscura en la mano derecha. Eso sólo puede
significar dos cosas: que el fin de semana aún no termina o que hay concierto;
porque no hay mejor manera de comenzar la semana que con música en vivo. The
Maccabees, la agrupación originaria de Brighton Inglaterra, hacía su
segunda visita a nuestro país después de una muy exitosa presentación en el
pasado Corona Capital en 2012, que disfrutamos con cómodas visiones soleadas
ante la promesa de la banda de regresar pronto, pacto que se cumplió este 25 de
febrero.
La cita era 9pm, los
encargados de abrir el show fueron la banda mexicana Suave as Hell (justo cuando cruce la puerta del Plaza escuché “a
perfect shot, my heart exploded” de su canción Maravillas (mi favorita!), y tomé eso como una señal de que la se
trataría de una gran y especial noche.
El ambiente en el
recinto, parecía hasta cierto punto un
capítulo más de “Nosotros los hipsters”
mezclado con mood Godinez, por todos aquellos adultos contemporáneos que
no tuvimos tiempo de ir a cambiarnos por un atuendo más ad-hoc para la ocasión;
pero todos eso sí, con esas caras de ganas, de saber que la espera estaba por
terminar, justo a las 9.15pm cuando las luces azules invadieron las pupilas de
los asistentes, reflejando las siluetas de Orlando, Hugo, Felix, Rupert y Sam
que con grandes ovaciones fueron recibidos, dando inicio a la noche con William Powers de su segundo álbum “Wall
of arms”.
(Hago una pausa para
recordar). En algún punto de la rola cerré los ojos. Me di cuenta que las luces
azules se podían colar a través de mis párpados, y abri
los ojos cuando escuché el inicio de Feel to follow, canción en la que por supuesto y con toda mi garganta me
aventuré a corear la sabia frase“… It’s never too late… until it’s too late”, y así en el frenesí que te lleva de la tranquilidad
a la saturación auditiva con la que termina esta canción, ilusamente pensé que Ayla haría su aparición, pero fue la gran canción ausente de la
noche. Después siguieron Wall of arms,
Young Lions y Forever I’ve known dando el
toque justo de psicodelia y explosión de batería que necesitábamos, y que solo fue superada por la tremenda Go, en
la que invadida por todos y cada uno de los sonidos, tuve una revelación: pensé
que la música es eso, eso que entra por los oídos y sale por los poros en forma
de escalofrío.
Avanzando a la recta
final, en una vuelta al tiempo, la banda tocó rolas de su primer álbum como First Love y X-Ray (para el fan cute que todos llevamos dentro), volviendo a Child y Grew up at midnight del “Given to the wild” editado en 2012. Nuestro
encuentro con The Maccabees estaba a punto concluir una hora y cuarto después, cuando entre aplausos y
gritos, una de las rolas más queridas
dio inicio al encore, Toothpaste Kisses (con
silbidito incluido) fue coreada en una sola voz (seguro muchos recordamos como
sonó con Florence Welch una tarde calurosa de octubre en el Corona Capital) a
la que siguieron Heave y para la
última, la banda puso toda su energía en
Pelican, con la que nos deshicimos en
aplausos, frente a los rostros sonrientes de los músicos ingleses que
agradecieron a México su entrega y nuevamente (y para nuestro beneplácito)
prometieron pronto regresar.
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